Este trauma visual, después de producirse, es imposible de corregir. Se debe identificar en los niños antes de los 7 años para poderlo evitarlo. Por eso es indispensable que todo niño, sin excepción, a partir del primer año, tenga controles cada 6 meses con el optómetra.
Que esto se haga, es un deber de los padres. Si se sigue este proceso, se evita que se presente la ambliopía o el llamado ojo perezoso. De presentarse, se puede corregir mediante la colocación de un parche en el ojo dominante para que el ojo pasivo o lento para desarrollar la visión se vea obligado a trabajar.
Este proceso, o terapia, se debe hacer guiado por el especialista en, este caso el optómetra, y en ningún momento por capricho de los padres.