Aunque a veces son necesarios, son costosos, se pierden, se desactualizan, se rompen, se rayan, incomodan, crean inseguridad y en el caso de los lentes, después de mucho tiempo de uso, pueden generar úlceras y vascularización (Invasión indebida de vasos sanguíneos en la córnea), por falta de oxígeno en el ojo, así como conjuntivitis.
Las gafas, además, afectan su semblante, pues su uso permanente a cuenca de los ojos y crea ojeras que envejecen. Estos dos elementos generan el mayor problema: la dependencia absoluta. Si usted sufre de algún problema refractivo, ¿ha intentado salir a la calle sin usar anteojos o lentes de contacto? ¿Cuándo los ha olvidado o perdido; no ha tenido una sensación de inseguridad?, ¿Cómo si algo de su cuerpo le faltara?
Poder abrir los ojos y ver sin necesidad de gafas o lentes. Manejar, leer o ver el paisaje, la TV o el cine o bucear normalmente y tener buena calidad de vida es lo que motiva a las personas a intervenirse y liberarse de ellas.
Se dice que el usuario de gafas y lentes tiene la “cultura del miope”: el mundo no empieza para él cuando se despierta, sino cuando se ha colocado dentro de sus ojos unos lentes incómodos o unas gafas permanentes sobre su nariz. Solamente entonces es autónomo.